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Testimonios de esperanza
Os voy a ofrecer mi testimonio, el cúal se puede resumir en una sola frase, el COVID nos
mató social y psicológicamente, pero gracias a ello, Jesús llegó a mi vida.
Para empezar, tenemos que viajar algo en el tiempo, enero de 2020. Somos una familia
feliz, sin problemas importantes, en lo laboral todo va bien, mis hijos post adolescentes no
han dado problemas ni los están dando, una economía solvente y sin enfermedades
significativas en nuestro entorno. No se puede pedir más.
Pero todo cambia a raíz del comienzo de la pandemia y el confinamiento. Mi empresa está
afectada al 100% por el confinamiento y resulta herida de muerte, trato de mantenerla
durante un año, con los gastos que supone, y sin apenas ingresos me veo obligado a cerrar
con deudas por los gastos originados en ese período.
Tratamos de mantenernos con la empresa de mi mujer, también bastante perjudicada, pero
confiábamos en poder salir adelante gracias a nuestro esfuerzo y trabajo. Qué equivocados
estábamos!!!! Los mejores clientes dejan de pagar, no conseguimos nuevos clientes, pese a
una intensa búsqueda y, también tenemos que cerrar, aún más endeudados y sin ningún
tipo de ingresos.
Llegan más problemas pasados unos meses, los ahorros se terminan, en la cuenta hay 0 €
y deudas que aumentan por los intereses. No podemos pagar colegios, universidad, coches,
la casa…..etc, Buscamos trabajo en lo que sea y donde sea, España, México, Alemania,
Países Bajos e incluso Australia.
En España una vez cumplidos los 45, olvídate, eres mayor. Los amigos, contactos,
conocidos, familiares, huyen de los problemas, ya no eres nada, ni nadie, desapareces
socialmente. Sólo quedan dos o tres personas que demuestran su amistad y tratan de
ayudar.
Internacionalmente. Entrevistas, viajes con dinero que no teníamos … un horror … pero
llega una oferta después de un año sin ingresos, en Alemania, mi mujer lo va a conseguir,
tiene el ok!!! Pero después de la alegría y preparativos para el traslado … todo se derrumba,
por un motivo inesperado para la empresa, no pueden contratarla.
NO PUEDE SER!!!! estamos arruinados, no tenemos nada, hemos vendido los coches,
muebles, ropa, recuerdos, todo lo que podemos, para poder comer ¿Quién nos lo iba a
decir? después de una vida laboral exitosa. No hay nada en casa, sin calefacción, comida
muy justa, por no hablar de vacaciones, ocio, regalos de cumpleaños o Navidad…Los
Reyes Magos no pueden venir a casa ... .así durante 4 largos años.
Para seguir sumando tristeza, nuestro hijo sufre una gran infección en la cara, que se
convierte en un tumor. Tiene que ser operado de urgencia con 19 años, no puedo más, me
derrumbo, es demasiado. Gracias a Dios, es un chico fuerte y está en manos de una buena
cirujana. La operación es un éxito y todo sale bien, Dios mío, muchas gracias.
Esta situación tan dura, sin dinero, con sustos de salud, y ver a sus padres sufrir, también
afectan a mi hija. Una niña que se encierra en sí misma. Ya no sabemos como ayudarla …
está en tus manos Señor, en tí confío.
Durante esos horribles años, mi mujer conoce EMAUS, gracias a una amiga, de las pocas
que quedan. Es una experiencia maravillosa para ella, vuelve a encontrarse con Dios, y
entra en una comunidad, donde no la juzgan por su nivel económico o profesional, lo
importante es ella. Nunca podré agradecer lo suficiente a sus amigas, la compañía y ayuda,
incluso económica, que le brindaron y que nos permitió aguantar esa situación.
Le hablaron de las misas de Misericordia de la parroquia de la urbanización Santo Domingo,
qué casualidad, Santo Domingo, donde ella pasó muchos años de su infancia en casa de
sus abuelos. Es volver al inicio y empezar desde cero.
Un día me insistió en que le acompañase, no tenía nada que perder. Yo estaba fatal,
agotado, hundido, triste, agobiado, irascible, la vida no tenía ningún sentido, tenía miedo,
mucho miedo de no poder sacar a mi familia adelante, con más de 50 años y después de
trabajar y emprender toda mi vida, no tenía absolutamente nada.
Llegué a la iglesia sin ganas, estaba llena, nos tuvimos que sentar en uno de los salones al
lado de la sacristía y solo pudimos oírla porque no funcionaban los monitores…estaba todo
en contra, pero ocurrió el “milagro”, me sentí acompañado, en paz, con sosiego, no quería
irme, hacía años que no sentía esa tranquilidad.
Desde entonces he tratado de no faltar ningún primer lunes de mes, uno de ellos fue muy
especial. Necesitaba el abrazo de un padre, su seguridad (mi padre ya es muy mayor) y ese
lunes lo encontré en Jesús, estuve llorando durante la misa como un niño indefenso ante el
mundo y sentí el abrazo de Jesús y su compañía. Al finalizar la misa nos quedamos a
hablar y rezar con el equipo de interseción, sus palabras y sus rezos nos ayudaron mucho,
os lo agradezco muchísimo.
En este largo camino, también conocí al Padre Pío, estoy convencido que actuó como
intercesor ante Jesús. Gracias a él sufrí una conversión, soy católico, pero vivía la Fé a
distancia, no iba a misa, estaba alejado. Desde que le conocí, le rezo y hablo con él como
con un amigo a diario. Gracias a la intercesión del Padre Pío hemos salido del pozo en el
que nos encontrábamos. Cuatro años de sufrimiento, pena, mucha tristeza donde parecía
que estábamos dentro de una cúpula blindada en la que no podríamos salir nunca, hasta
que un día en el que no podía más, recordé las palabras de Jesús que están en la pantalla
de la parroquia “VENID A MÍ LOS QUE ESTÁIS CANSADOS Y AGOBIADOS Y YO OS
ALIVIARÉ” y le dije, no puedo más, lo dejo todo en tus manos, en tí confío.
Un año después de esas palabras, nuestra vida ha cambiado, mi mujer trabaja en una
importante empresa de su sector y yo pude abrir una empresa que a día de hoy solo me da
alegrías. Volvemos a la “normalidad”, aún hay mucho que pagar y devolver, pero poco a
poco lo haremos
Después de tanto sufrimiento, he comprendido que ha sido para acercarnos a Jesús.
Gracias Señor. GLORIA A DIOS.
(J. desde Madrid)
Queridos amigos,
Hoy quiero compartir con ustedes una parte de mi historia, un testimonio de la fidelidad y el amor incondicional de Dios en nuestra vida. A veces, la vida nos presenta desafíos que parecen insuperables, pero quiero recordarles que, en medio de las tormentas, siempre hay un faro de esperanza.
Pasamos por una situación económica muy difícil cuando mi esposo perdió su empleo. Fueron ocho largos meses en los que tuvimos que enfrentar incertidumbres y angustias, pero en esos momentos, Dios fue nuestro proveedor. Lo que parecía ser una pérdida, se convirtió en una respuesta a una oración que fervientemente hice como esposa. Mi anhelo era que mi esposo se convirtiera en el sacerdote, cabeza y líder de nuestro hogar. ¡Y así lo hizo! A través de esta experiencia, nuestra familia se volvió más fuerte y nuestra ancla siempre fue Jesús.
También hemos experimentado el poder sanador de Dios en la vida de nuestra hija, quien padece miastenia. Los médicos nos dijeron que no había cura, pero nosotros hemos visto la mano de Dios obrando de maneras maravillosas. Aunque enfrentamos momentos difíciles, tenemos fe en que un día ella no dependerá de medicamentos, porque sabemos que su fuerza proviene de Él. Una crisis inesperada se transformó en una oportunidad para que recibiera una cirugía que ha mejorado significativamente su calidad de vida. Ese es nuestro Dios, un Dios que transforma nuestras pruebas en testimonios de su grandeza.
A lo largo de nuestra vida, hemos sido testigos del poder de Dios en múltiples ocasiones. Cada prueba, cada desafío, solo ha reforzado nuestra fe y nuestra confianza en que sus promesas son sí y amén.
Hoy les animo a que crean con todo su corazón. No importa cuán grandes sean los obstáculos que enfrenten, confíen en que Dios tiene un plan y un propósito para cada uno de ustedes. Permitan que su fe los guíe y llenen su corazón de esperanza. Recuerden, nuestros testimonios no son solo historias de victorias, sino invitaciones a vivir en la certeza de que Dios está presente en todas las circunstancias de nuestra vida.
¡Sigamos confiando juntos en Su fidelidad!
(J.O. desde Colombia)
En mi niñez, mi juventud y en mi etapa de madurez, no encontraba sentido a mi vida, tenía una fe incipiente. Cuando encontré a Dios, cómo Padre Amoroso, empecé a entender, aceptar y mi fé se acrecentó. La ESPERANZA DE VIDA, hoy es mi estilo. Vivo plenamente y con mucha alegría. He aprendido a dejar y soltar en manos de Dios todo lo que me acontece. Doy testimonio de sus milagros todos los días. Soy creyente por fe y por Sus Obras.
(M.T. desde Colombia)
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